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lunes, 16 de septiembre de 2024

Emma



Mi amado regalo de Dios, te escribo estas palabras cuando aún te encuentras en el vientre de tu madre, tratando de imaginar como será el rostro de quien amaré por el resto de mis días, inmerso en sensaciones, sentimientos y pensamientos diversos, donde la felicidad, el agradecimiento, los nervios y el deseo de tenerte acá con nosotros dominan mi día a día.

Aún no lo sabes, pero este mundo al que vienes es una locura, donde abundan cosas malas con las que tendrás que lidiar. Sin embargo, no te asustes mi niña, desde hace muchos años yo te anhelaba y te buscaba, sabía tu nombre antes de saber que existías, y por ello le pedí mucho a Dios que, además de darme la dicha tenerte, me permitiera el privilegio de que llegaras en un entorno donde el prevaleciera el amor junto con todos los valores que vienen implícitos con el.

Tengo la fe en que mi petición fue escuchada por mi Dios y se que llegarás rodeada de mucho amor. Pues ese Dios (del que anhelo hablarte a diario), me ha rodeado de gente maravillosa y amorosa, que me ama y me aprecia, y que sé que lo hará también contigo. 

El camino a ti no fue fácil, tuve que aprender muchas cosas (aún debo aprender muchas otras), encontrar a tu madre (una mujer de fuertes convicciones que te ama con todo tu ser), atravesar aflicciones (que me dejaron lecciones importantes que quisiera trasmitirte a lo largo de tu vida). Hoy que estás tan cerca, no pasa un día en el que mi corazón no se conmueva pensando en ti.

Querida Emma, quiero que seas una niña de fuertes convicciones, de buenos sentimientos y de dulce pensar, pero sobre todo que seas una niña feliz y segura en el refugio de unos padres que darían su vida por ti sin dudarlo un instante. 

Como habrás notado, te he hablado en varias oportunidades de un concepto llamado Dios, te aseguro que será algo que oirás por el resto de tus días, sea de mi o sea de casi  cualquier persona de este mundo. No ahondaré mucho acá sobre quien es El, porque tendría que extenderme en gran manera, el es mi Padre y espero que en su momento también sea el tuyo, haré mi mejor esfuerzo por enseñarte sobre El, e inculcarte su amor, pero en su momento, será tu decisión y solo tuya seguirle, y te aseguro, será la mejor decisión de tu vida.

También quiero que sepas que, aunque soy tu padre y te amo mucho, en oportunidades cometeré errores, errores que espero Dios me permita corregir para ser mejor persona para ti mi niña. También se que, a lo largo de tu vida cometerás errores, y está bien si aprendes a asumirlos y corregirlos (la vida es un camino donde es seguro que fallaremos en muchas cosas y acertaremos en muchas otras); no obstante, a pesar de ellos, yo estaré ahí para ti mientras tenga vida, en ocasiones tendré que reprenderte, en otras me entristeceré, pero nunca (y esto tenlo siempre presente), nunca dejaré de amarte, tu ya eres parte de mi y sin haberte tenido en mis brazos aún, eres mi felicidad.

Por eso princesa, siéntete libre de ser quien quieras ser, porque nunca dejarás de ser mi hija y siempre estarás dentro de mi corazón, yo solo te pediré que aprendas a amar y a buscar ser la mejor persona posible, y para ello es mi deber enseñarte los valores y principios que considero correctos (los cuales he podido aprender a lo largo de mi vida y en estos momentos guiado por el Espíritu Santo de Dios).

En estos momentos que escribo estas palabras, no tienes posibilidad de entenderlas en lo más mínimo  (y así será durante largos años), no obstante, tengo la esperanza de que cuando puedas entenderlas, hayas visto en mi a un padre amoroso, responsable, atento, que siempre buscó lo mejor para ti y cuando las entiendas, quiero que creas en el hecho de que te amo tal y como eres y que tu felicidad siempre será la mía.


Con amor: Papá