No obstante, princesa, Dios es bueno todo el tiempo. Mientras te esperaba, mis oídos, como si de una antena receptora se tratara, capturaron en esa espera un sonido particular. Un sonido que, a lo lejos se escuchaba fuerte y sano. Era el dulce sonido de la vida abriéndose paso, haciendo resonancia en toda la habitación, en mis oídos, en mi psiquis.
Como una abeja al dulce olor del néctar que producen los jazmines, me vi atraído por ese dulce sonido. No te podía ver, pero sabía que se trataba de ti. De manera instintiva, me acerqué lo más posible a la entrada de la sección donde te encontrabas, tratando de escuchar cada tonada que tu melodiosa voz emitía cada tanto. Esa sensación, ese instinto, aún persiste al día de hoy. Tus llantos, tus sonidos son eufonías que calman mi alma. Me hacen saber que estás acá, que estás fuerte, que debo cuidarte y que eres un regalo que Dios nos ha dado.
Es mi primer recuerdo de ti, una melodía dulce, agradable, brillante; en definitiva, un buen sonido, amor a primera oída. Convirtiéndose en ese recuerdo de presenciar, mediante mi oído, el milagro de tu vida, el cual atesoraré hasta el fin.
Dios esté siempre presente en sus vidas llenos de buena salud y prosperidad, son una hermosísima familia ☺️
ResponderEliminarTu tía Betty Bracovich,Hermosas palabras hijo Dios te bendiga grandemente, te amoooooooo 🙏🙏❤️❤️❤️
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