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miércoles, 25 de marzo de 2020

¿.Son los ismos nocivos para la sociedad? (Discusiones modernas)


En los últimos tiempos, debido múltiples factores entre los cuales destacan la multiplicidad de medios de comunicación (televisión, periódicos, redes sociales, mensajería, entre otros…),  variaciones en los estigmas sociales y  cambios en los paradigmas previamente establecidos; hemos encontrado cómo diferentes corrientes ideológicas y religiosas (las cuales englobaré con el sufijo ismo {utilizado para formar sustantivos que designan  entre otras doctrinas y actitudes} a partir de ahora) crean diferentes corrientes de pensamiento que, para algunos son perjudiciales para la vida en sociedad. Entre las más destacadas (y sin orden de prelación), encontramos los siguientes ismos:
Feminismo: Un movimiento social que desde hace no pocos años ha venido luchando por la igualdad de derechos de la mujer frente a los del hombre.

Cristianismo: Un movimiento que desde hace casi 2000 años
(1987 años para ser un poquitín más exacto) ha venido predicando al mundo como la fe y la obediencia a un hombre (Jesús el hijo de Dios) puede salvar a la humanidad de su mayor mal (el pecado).

Socialismo: Corriente política cuya premisa mayor es la equitativa distribución de las riquezas de una nación.

Ahora bien, el tema central de esta discusión se basa en entender por qué para no pocas personas, estos ismos  y quienes pertenecen a ellos causan más mal que bien a la sociedad. Para ello, debemos analizar diferentes aspectos que iremos desglosando a continuación.
En primer lugar, debo aclarar que los referidos ismos (como la mayoría de ellos), buscan lograr cambios en la sociedad, por considerar tales cambios correctos, justos y hasta necesarios. En ese sentido, mal podría catalogarse dichas creencias como malas solo por estar basadas parcial o totalmente en ideas opuestas a nuestro propio pensamiento. Al contrario, muchas veces (con sus respectivas excepciones claro) los pensamientos distintos, y la disconformidad con los aspectos negativos (que en algún momento no se percibían como tal) de nuestra sociedad y nuestro sistema, ha permitido que la humanidad  pudiera realizar grandes avances y no pocos cambios positivos en nuestras vidas.
En consideración a lo anterior, surge la pregunta ¿por qué si estos cambios o ideas de cambio pueden beneficiar a la sociedad, existe tanta oposición y en muchos casos animadversión hacia ellos?

Bajo mi perspectiva, tal escepticismo hacía este tipo de movimientos deviene principalmente de los siguientes factores (que muchas veces actúan de manera concurrente), el miedo al cambio, la preservación del status quo y de las sectas destructivas. 
En ese orden, el miedo al cambio siempre ronda nuestros corazones, porque implica muchas veces la necesidad de salir de nuestra zona de confort y enfrentarnos a un ambiente o circunstancia desconocida, de la cual no sabemos a ciencia cierta si nos irá bien o mal. Imagínese lo que significa por ejemplo, para una persona promiscua (que no solo disfruta sino que ve con buenos ojos el libertinaje sexual), que de pronto, cambie el paradigma recién adquirido por la sociedad y deje de verse como algo “no tan nocivo” o “inofensivo” a algo que realmente es pecado y tiene como consecuencia la separación de Dios y por lo tanto la muerte (porque la paga del pecado es muerte: Romanos 6:23), como consecuencia de la aplicación de los principios de vida del cristiano en la sociedad.

Así mismo, para los que mantienen posiciones privilegiadas, pareciera un riesgo la existencia de circunstancias que pongan en peligro tal posición como por ejemplo perder la autoridad o posición laboral debido al ingreso de mujeres con iguales derechos y oportunidades a la misma empresa.
Y finalmente, las sectas destructivas, quienes, a mi manera de ver las cosas, han puesto la mayor dificultad para la aceptación de estas y muchas otras corrientes de pensamientos (ismos). Ahora bien, antes de explicar cómo las sectas destructivas dificultan la aceptación de estos ismos, debemos conocer que son exactamente las sectas destructivas.

En primer lugar, debemos definir a las sectas como el grupo de seguidores de una doctrina ideológica o religiosa concreta, que se ha separado o seccionado de un conjunto más amplio, es decir parten de determinada corriente, pero posteriormente se separan para alcanzar una nueva corriente que muchas veces comparte el mismo nombre (no siendo la mayoría de las veces, concordantes con el fin por el cual surgió la corriente de pensamiento de la cual se separaron). En ese sentido, las sectas destructivas nacen como consecuencia de esa separación, pero que (manteniendo una apariencia inofensiva) haciendo uso de técnicas de persuasión coercitiva como método de influencia social, promueven el aislamiento, radicalización  y persecución respecto a quienes no comparten o critican su corriente de pensamiento.

Dicho lo anterior, si quisiéramos plasmar la mayoría de los ejemplos de sectas destructivas surgidas solo del seno de las corrientes de pensamiento (ismos) acá mencionados, ocuparíamos mucho tiempo y páginas para ello. Por lo que, a fin de dar una idea general mostraremos solo algunos ejemplos de cada una de estas segregaciones que han traído tanto de que hablar al mundo.
En primer lugar tenemos al feminismo, quien como mencionamos anteriormente, busca la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres. De tal movimiento han surgido grupos que más allá de buscar una igualdad, se ha escudado en tan honorable lucha para justificar la realización y predicación de actos que van en contra de valores y principios básicos de convivencia, siendo el de mayor connotación y por lo tanto el más criticado, el odio infundado hacia el género masculino (causando el desprecio de muchos hacia el movimiento feminista en general).
Seguidamente mencionaremos al cristianismo, movimiento que desde su creación ha sufrido el surgimiento de sectas negativas, tal como lo señaló el mismísimo Jesús (maestro y jerarca principal de los cristianos), que habría  muchos lobos vestidos de oveja dentro del rebaño para causar la perdición de la grey. Es evidente pues, que muchas personas desde la muerte de Jesús hasta hoy, han utilizado la fe de los creyentes para lograr un lucro personal, sea económico o de otro tipo, generando por conveniencia sectas que si bien comparten el nombre de Jesús, desechan sus enseñanzas y practican mandamientos humanos que mancillan el nombre de nuestro salvador, haciendo que muchos se pierdan.

Y finalmente, tenemos a las sectas surgidas del movimiento del socialismo, quienes (sin nombrar nombre) sencillamente (y sin admitirlo por supuesto) cambiaron la premisa de la equitativa distribución de la riqueza a una redistribución de la misma para que ellos pudieran enriquecerse a costa del empobrecimiento de una gran masa de personas.
Teniendo en cuenta todos los aspectos antes señalados, debo reconocer el porqué de aquella frase escrita por Nicolas Maquiavelo 

“La verdad es que hay divisiones que perjudican a una república y otras que la benefician. La perjudican aquellas que suscitan sectas y partidos, la benefician aquellas que no llevan en sectas ni partidos. Ya que el fundador de una república no puede impedir que existan desaveniencias, debe impedir al menos que haya sectas” Historia de Florencia libro VII Nicolas Maquiavelo.
En ese sentido, puedo afirmar concienzudamente que los ismos acá analizados, no representan per se, daño alguno para la humanidad, al contrario, a lo largo de los años se ha visto (a excepción del socialismo por su carácter utópico) como han traído beneficios a la humanidad. Han sido más bien, estas sectas destructivas que han generado gran daño (acá si incluyo a las sectas surgidas del socialismo pues a mi parecer, todos los que han promulgado tal pensamiento han terminado pervirtiéndolo de una u otra manera). 

 En conclusión ¿debemos abrazar y aprobar todas las corrientes de pensamiento que desafíen la concepción que tenemos de la vida en sociedad? Por supuesto que no, pero si debemos ser tolerantes y saber escuchar para poder opinar, aplicando un principio bíblico que consiste en ser personas prontas para oír, lentas para hablar y lentas para enojarse (Santiago 1:19). Aprendamos a reflexionar sobre las críticas que muchas personas hacen a nuestra concepción de la vida, evaluemos cada una de ellas después de haber escuchado lo que tenían que decir y opinemos acorde a nuestros principios pero también al conocimiento que tenemos de nuestra propia falibilidad. De esa forma podríamos conseguir muy buenos resultados, hacer justicia, ayudar a muchas personas y por supuesto mejorar nuestra calidad de vida.
Pero es solo mi perspectiva, siempre puedes plasmar la tuya.

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