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domingo, 30 de abril de 2017

Heridas de Guerra


Heridas de Guerra


      

      Un hecho curioso para muchos soldados, es que para muchos, cada una de sus heridas cuentan una historia, les recuerdan una lección o les hace estar profundamente agradecidos por aun permanecer con vida.  Algunos ven esa cicatriz de bala, y recuerdan como fueron heridos al cometer un error en batalla, error que probablemente no cometa nuevamente pues su herida le muestra constantemente el costo que pudo traer aquel error. Otros vuelven a vivir con cada mirada, aquella lucha que cambió dramáticamente su vida, o la vida de aquellos por los que luchó, ya sea para bien o para mal, en fin, para un soldado que debe ir a la lucha constantemente, es prácticamente inevitable ir acumulando cicatrices, físicas y emocionales que le transforman y enseñan a ser mejores si logran observar con el enfoque correcto.

      Ahora bien, si eres Cristiano, o quieres serlo, y estas leyendo este mensaje debes saber y recordad lo siguiente, eres, o serás un soldado, un miliciano, libraras tu batalla cada día, y al igual que un soldado del ejercito, recibirás muchas heridas, habrán cicatrices, con la diferencia que, será mas difícil evitar ser heridos, incluso hasta inevitable, pues luchamos contra un enemigo con una fuerza considerablemente mayor a la de nosotros, un enemigo capaz de engañarnos y atacarnos fuertemente, capaz de herirnos en lo mas profundo de nuestra alma, y hacernos caer en trampas en las cuales jamas imaginamos caer.

LA ARMADURA DE LA FE

     La mayoría de nuestras heridas, nos son hechas cuando no mantenemos nuestra armadura puesta toda la armadura que Dios nos provee, aquella que el apóstol Pablo menciona en efesios 6,  los lomos de la verdad, la coraza de la justicia, el calzado del evangelio de la paz, el escudo de la fe con el que podemos apagar absolutamente todos los dardos encendidos del maligno, el yelmo o casco de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios, por lo que, este tipo de heridas, nos enseña y nos ayuda a mantenernos siempre vestidos con la armadura de Dios.

      Pero también esta aquel tipo de heridas que Dios permite nos sean infligidas aun cuando estamos completamente vestidos, a fin que glorifiquemos el nombre de Dios aun mas, aprendamos un poco mas de humildad hacia Dios y podamos ir desarrollando paciencia y aprobación por parte de Dios, tal como le pasó a Job, quien fue duramente probado, pero que al permanecer firme y humilde delante de Dios, fue exaltado en gran manera, incluso su vida fue considerablemente mejor que antes de aquellas duras pruebas y problemas que le llegaron. 

    Por lo cual, debemos estar seguros, que si permanecemos firmes en nuestra fe, si no dudamos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y aquel que lo envió, podremos sacar un provecho aun mayor de todas esas heridas, de lo que puede sacar cualquier soldado de cualquier otro ejercito, pues Dios permite que seamos heridos por el enemigo para que podamos entender toda la magnitud de nuestra debilidad, la diferencia de fuerzas entre el enemigo y nosotros, y sobre todo, que dejemos de pelear por nuestra propia cuenta, y entreguemos nuestras causas al Dios creador de todas las cosas, pues es el único que puede vencer a aquel brutal contrincante, que de hecho, ya venció por medio de su hijo, nuestro Señor Jesús.

      Muchas veces no entenderemos inmediatamente el porque de nuestras heridas, el porque de nuestras pruebas, por eso debemos hacernos a la idea que las habrán, que dejarán cicatrices, que arderá, dolerá y molestará, pero que aun así somos afortunados, porque Dios esta con nosotros apoyándonos, que si superamos la prueba, las  heridas nos harán mas fuertes, y la cicatrices nos recordarán las enseñanzas de Dios, y que si nos hacemos las heridas por haber estado haciendo las cosas mal, Dios nos esta dando una oportunidad de corregir y volver al camino hacia la vida eterna junto a El en su gloria.


"Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo"       
2 cor:10:3-5

Lester Bracovich

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